
El cambio de ropajes
No existe la muerte. ¡Nunca ha existido! Todo es Vida, y su eterna expresión y manifestación. La susodicha muerte es sólo una retirada del cordón de plata dador de vida de la Presencia “YO SOY”. Esto deja inactivo al cuerpo físico.
Aunque los órganos aún estén allí como antes, los ojos no ven, los oídos no oyen , la inteligencia se ha retirado. El verdadero ser es liberado de este hábitat y es libre para entrar a los Ambitos Superiores – Ambitos de Belleza, Armonía, Paz. El individuo nada más pasa de este ámbito físico de expresión a una libertad mayor.
La susodicha muerte no es más que una oportunidad para descansar y para el re-afinamiento de las facultades de la conciencia personal. Esto ocurre para liberar al individuo de la confusión y la discordia de la Tierra, lo suficiente para recibir un influjo de Luz y Fuerza, que capacitarán a la actividad externa de la mente para retomar de nuevo el trabajo de la experiencia física.
La identidad individualizada es eterna, Cuando la forma externa se ha vuelto demasiado discordante, la vida se auto-libera. La decrepitud y la muerte son causadas principalmente por el mal uso y del desperdicio de la energía sexual y el descontrol emocional.
Hay una sola cosa que siempre causa lo que el mundo llama muerte, y es la carencia de la suficiente Luz Líquida en los canales nerviosos. Este poder cohesivo mantiene juntos los átomos que componen el cuerpo de carne. La Luz Líquida le pertenece a (y viene solo de ) la Magna Presencia YO SOY. La vestidura externa es el recipiente dentro del cual esta Presencia vierte Su Luz sólo para un propósito, la Luz es retirada, y el cuerpo de carne – que debería ser el templo del Más Alto Dios Viviente – se desintegra.
La experiencia llamada muerte es un constante recordatorio de la desobediencia de la humanidad al Plan Divino original, la Forma Divina de Vida.
El Cuerpo físico no es más que una vestidura, y el individuo solamente ha cambiado de vestiduras como uno se cambia de abrigos en el cambio de estaciones. Estando en un cuerpo más fino después de la transición, se está mucho más vivo que antes.
En el momento en que el alma está a punto de dejar el cuerpo físico, el Mahá Chohán (el Gran Ser que representa al Espíritu Santo para la Tierra) se prepara para aceptar el aliento final. Es El quien insufla el primer aliento dentro del cuerpo cuando el individuo nace. Al tiempo que acepta el aliento final, se corta el cordón de plata, y un Angel o un Maestro Ascendido espera al individuo, - quien ahora opera en cuerpo etérico (“alma”) – y lo acompaña a un ámbito hermoso para “descansar”, que es el cielo ortodoxo de la creencia general de la humanidad.
El cuerpo físico no debería ser enterrado, sino cremado. A través del proceso de purificación de la cremación, se transmuta algo de la discordia del cuerpo emocional, lo cual le permite al individuo ir a Ambitos de Luz más altos. Previo a la cremación el cuerpo debe mantenerse sin embalsamar, en hielo o en un almacenaje frío por setenta y dos horas. Doquiera que sea legalmente posible, debe evitarse que se practique una autopsia.
En eras pasadas, al cuerpo se le colocaba en el fuego Sagrado, y era transmutado instantáneamente. La substancia, habiendo completado su misión, era regresada a Lo Universal, y esto se hacía en conformidad con la gran Ley de Eterealización.
(Tomado de el Libro Metafísica 21 lecciones - Werner Shroerder - Editorial Serapis Bey)
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